martes, 11 de mayo de 2010

El Rey Jesús / Los 4 Evangelios.

Jesús Nazareno Rey de los Judíos.
Los 4 Evangelios.

lunes, 11 de enero de 2010

Evangelio de Mateo

Mateo 1
Genealogía de Jesucristo
1Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos;

3Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, y Esrom a Aram;

4Aram engendró a Aminadab, Aminadab a Naasón, y Naasón a Salmón;

5Salmón engendró, de Rahab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, y Obed engendró a Isaí;

6Isaí engendró al rey David. Y David engendró a Salomón de la que había sido mujer de Urías.

7Salomón engendró a Roboam, Roboam a Abías, y Abías a Asa;

8Asa engendró a Josafat, Josafat a Joram, y Joram a Uzías;

9Uzías engendró a Jotam, Jotam a Acaz, y Acaz a Ezequías;

10Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amón, y Amón a Josías;

11Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante la deportación a Babilonia.

12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, y Salatiel a Zorobabel;

13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud a Eliaquim, y Eliaquim a Azor;

14Azor engendró a Sadoc, Sadoc a Aquim, y Aquim a Eliud;

15Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, y Matán a Jacob;

16Jacob engendró a José, el marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo.

17De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce generaciones; y desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

El Nacimiento de Jesucristo
18Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue. Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo.
19Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto.

20Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo.

21Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados.

22Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había hablado por medio del profeta, diciendo:

23HE AQUI, LA VIRGEN CONCEBIRA Y DARA A LUZ UN HIJO, Y LE PONDRAN POR NOMBRE EMMANUEL, que traducido significa: DIOS CON NOSOTROS.

24Y cuando despertó José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer;

25y la conservó virgen hasta que dio a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús.



Mateo 2
Visita de los Sabios de Oriente
1Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, he aquí, unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo:
2¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle.

3Cuando lo oyó el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalén con él.

4Entonces, reuniendo a todos los principales sacerdotes y escribas del pueblo, indagó de ellos dónde había de nacer el Cristo.

5Y ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta:

6"Y TU, BELEN, TIERRA DE JUDA,
DE NINGUN MODO ERES LA MAS PEQUEÑA ENTRE LOS PRINCIPES DE JUDA;
PORQUE DE TI SALDRA UN GOBERNANTE
QUE PASTOREARA A MI PUEBLO ISRAEL."

7Entonces Herodes llamó a los magos en secreto y se cercioró con ellos del tiempo en que había aparecido la estrella.

8Y enviándolos a Belén, dijo: Id y buscad con diligencia al niño; y cuando le encontréis, avisadme para que yo también vaya y le adore.

9Y habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí, la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño.

10Cuando vieron la estrella, se regocijaron sobremanera con gran alegría.

11Y entrando en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra.

12Y habiendo sido advertidos por Dios en sueños que no volvieran a Herodes, partieron para su tierra por otro camino.

Huida a Egipto
13Después de haberse marchado ellos, un ángel del Señor se le apareció* a José en sueños, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y quédate allí hasta que yo te diga; porque Herodes va a buscar al niño para matarle.
14Y él, levantándose, tomó de noche al niño y a su madre, y se trasladó a Egipto;
15y estuvo allá hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor habló por medio del profeta, diciendo: DE EGIPTO LLAME A MI HIJO.

La matanza de los niños
16Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se enfureció en gran manera, y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en todos sus alrededores, de dos años para abajo, según el tiempo que había averiguado de los magos.
17Entonces se cumplió lo que fue dicho por medio del profeta Jeremías, cuando dijo:

18SE OYO UNA VOZ EN RAMA,
LLANTO Y GRAN LAMENTACION;
RAQUEL QUE LLORA A SUS HIJOS,
Y QUE NO QUISO SER CONSOLADA
PORQUE ya NO EXISTEN.

Retorno a Nazaret
19Pero cuando murió Herodes, he aquí, un ángel del Señor se apareció* en sueños a José en Egipto, diciendo:
20Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque los que atentaban contra la vida del niño han muerto.

21Y él, levantándose, tomó al niño y a su madre, y vino a la tierra de Israel.

22Pero cuando oyó que Arquelao reinaba sobre Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá; y advertido por Dios en sueños, partió para la región de Galilea;

23y llegó y habitó en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por medio de los profetas: Será llamado Nazareno.



Mateo 3
Predicación de Juan el Bautista
1En aquellos días llegó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo:
2Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

3Porque este es aquel a quien se refirió el profeta Isaías, diciendo:
VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO:
"PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR,
HACED DERECHAS SUS SENDAS."

4Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre.

5Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán;

6y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.

7Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: ¡Camada de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?

8Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento;

9y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.

10Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.

11Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

12El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible.


Bautismo de Jesús
13Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él.
14Pero Juan trató de impedírselo, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?

15Y respondiendo Jesús, le dijo: Permítelo ahora; porque es conveniente que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan se lo permitió.

16Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El.

17Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Éste es mi Hijo amado en quien me he complacido.



Mateo 4
Jesús es tentado
1Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, entonces tuvo hambre.

3Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

4Pero El respondiendo, dijo: Escrito está: "NO SOLO DE PAN VIVIRA EL HOMBRE, SINO DE TODA PALABRA QUE SALE DE LA BOCA DE DIOS."

5Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo,

6y le dijo: Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está:
"A SUS ANGELES TE ENCOMENDARA",
y:
"EN LAS MANOS TE LLEVARAN,
NO SEA QUE TU PIE TROPIECE EN PIEDRA."

7Jesús le dijo: También está escrito: "NO TENTARAS AL SEÑOR TU DIOS."

8Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos,

9y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras.

10Entonces Jesús le dijo: ¡Vete, Satanás! Porque escrito está: "AL SEÑOR TU DIOS ADORARAS, Y SOLO A EL SERVIRAS."

11El diablo entonces le dejó; y he aquí, ángeles vinieron y le servían.

Jesús va a Galilea
12Cuando El oyó que Juan había sido encarcelado, se retiró a Galilea;
13y saliendo de Nazaret, fue y se estableció en Capernaúm, que está junto al mar, en la región de Zabulón y de Neftalí;

14para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:

15¡TIERRA DE ZABULON Y TIERRA DE NEFTALI,
CAMINO DEL MAR, AL OTRO LADO DEL JORDAN, GALILEA DE LOS GENTILES!

16EL PUEBLO ASENTADO EN TINIEBLAS VIO UNA GRAN LUZ,
Y A LOS QUE VIVIAN EN REGION Y SOMBRA DE MUERTE,
UNA LUZ LES RESPLANDECIO.

17Desde entonces Jesús comenzó a predicar y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Llamamiento de los primeros discípulos
18Y andando junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, echando una red al mar, porque eran pescadores.
19Y les dijo*: Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres.

20Entonces ellos, dejando al instante las redes, le siguieron.

21Y pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, remendando sus redes, y los llamó.

22Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron.

La fama de Jesús se extiende
23Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas y proclamando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
24Y se extendió su fama por toda Siria; y traían a El todos los que estaban enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores, endemoniados, epilépticos y paralíticos; y El los sanaba.

25Y le siguieron grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.



Mateo 5
El Sermón del monte
1Y cuando vio las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus discípulos se acercaron a El.
2Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:

Las bienaventuranzas
3Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
4Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.

5Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.

6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.

7Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.

8Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.

9Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.

10Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos.

11Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí.

12Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

13Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.

14Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar;

15ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.

16Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Jesús cumple la ley y los profetas
17No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir.
18Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.

19Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

20Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Enseñanza de Jesús sobre el odio
21Habéis oído que se dijo a los antepasados: "NO MATARAS" y: "Cualquiera que cometa homicidio será culpable ante la corte."
22Pero yo os digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: "Raca" a su hermano, será culpable delante de la corte suprema; y cualquiera que diga: "Idiota", será reo del infierno de fuego.

23Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,

24deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

25Reconcíliate pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino, no sea que tu adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

26En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

Enseñanza de Jesús sobre el adulterio
27Habéis oído que se dijo: "NO COMETERAS ADULTERIO."
28Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón.

29Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

30Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.

31También se dijo: "CUALQUIERA QUE REPUDIE A SU MUJER, QUE LE DE CARTA DE DIVORCIO."

32Pero yo os digo que todo el que repudia a su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer repudiada, comete adulterio.

Enseñanza de Jesús sobre el juramento falso
33También habéis oído que se dijo a los antepasados: "NO JURARAS FALSAMENTE, SINO QUE CUMPLIRAS TUS JURAMENTOS AL SEÑOR."
34Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es LA CIUDAD DEL GRAN REY.

36Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello.

37Antes bien, sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no"; y lo que es más de esto, procede del mal.

Enseñanza de Jesús sobre la venganza
38Habéis oído que se dijo: "OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE."
39Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.

40Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa.

41Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos.

42Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda.

El amor verdadero y su recompensa
43Habéis oído que se dijo: "AMARAS A TU PROJIMO y odiarás a tu enemigo."
44Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen,

45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.

46Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tenéis? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos?

47Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles?

48Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.



Mateo 6
La verdadera observancia de la religión
1Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.

Las ofrendas
2Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
3Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha,

4para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

La oración
5Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
6Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

7Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería.

8Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis.

El Padre nuestro
9Vosotros, pues, orad de esta manera:
"Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.

10"Venga tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.

11"Danos hoy el pan nuestro de cada día.

12"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.

13"Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén."

14Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros.

15Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.

El ayuno
16Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
17Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,

18para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

El verdadero tesoro
19No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban;
20sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban;

21porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.

22La lámpara del cuerpo es el ojo; por eso, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz.

23Pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande no será la oscuridad!

24Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
25Por eso os digo, no os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?

26Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?

27¿Y quién de vosotros, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida?

28Y por la ropa, ¿por qué os preocupáis? Observad cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan;

29pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos.

30Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?

31Por tanto, no os preocupéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿con qué nos vestiremos?"

32Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que necesitáis todas estas cosas.

33Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

34Por tanto, no os preocupéis por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas.



Mateo 7
El juicio hacia los demás
1No juzguéis para que no seáis juzgados.
2Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá.

3¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?

4¿O cómo puedes decir a tu hermano: "Déjame sacarte la mota del ojo", cuando la viga está en tu ojo?

5¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano.

6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las huellen con sus patas, y volviéndose os despedacen.

La oración recibirá respuesta
7Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

9¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra,

10o si le pide un pescado, le dará una serpiente?

11Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?

12Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.

Dos puertas y dos sendas
13Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella.
14Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.

Cómo conocer a los falsos profetas
15Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?

17Así, todo árbol bueno da frutos buenos; pero el árbol malo da frutos malos.

18Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.

19Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego.

20Así que, por sus frutos los conoceréis.

21No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

22Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"

23Y entonces les declararé: "Jamás os conocí; APARTAOS DE MI, LOS QUE PRACTICAIS LA INIQUIDAD."

Los dos cimientos
24Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca;
25y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.

26Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena;

27y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción.

28Cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se admiraban de su enseñanza;

29porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas.



Mateo 8
Curación de un leproso
1Y cuando bajó del monte, grandes multitudes le seguían.
2Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante El, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.

3Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.

4Entonces Jesús le dijo: Mira, no se lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio a ellos.


Jesús sana al criado del centurión
5Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole,
6y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho.

7Y Jesús le dijo: Yo iré y lo sanaré.

8Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano.

9Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y al otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.

10Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande.

11Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

12Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

13Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora.

Jesús sana a la suegra de Pedro y a muchos otros
14Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste que yacía en cama con fiebre.
15Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le servía.

16Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos,

17para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: EL MISMO TOMO NUESTRAS FLAQUEZAS Y LLEVO NUESTRAS ENFERMEDADES.

Lo que demanda el discipulado
18Viendo Jesús una multitud a su alrededor, dio orden de pasar al otro lado.
19Y un escriba se le acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.

20Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

21Otro de los discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.

22Pero Jesús le dijo: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.

Jesús calma la tempestad
23Cuando entró Jesús en la barca, sus discípulos le siguieron.
24Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido.

25Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos , que perecemos!

26Y El les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.

27Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?

Los endemoniados gadarenos
28Cuando llegó al otro lado, a la tierra de los gadarenos, le salieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, violentos en extremo, de manera que nadie podía pasar por aquel camino.
29Y gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?

30A cierta distancia de ellos había una piara de muchos cerdos paciendo;

31y los demonios le rogaban, diciendo: Si vas a echarnos fuera, mándanos a la piara de cerdos.

32Entonces El les dijo: ¡Id! Y ellos salieron y entraron en los cerdos; y he aquí que la piara entera se precipitó por un despeñadero al mar, y perecieron en las aguas.

33Los que cuidaban la piara huyeron; y fueron a la ciudad y lo contaron todo, incluso lo de los endemoniados.

34Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de su comarca.



Mateo 9
Curación de un paralítico
1Y subiendo Jesús en una barca, pasó al otro lado y llegó a su ciudad.
2Y le trajeron un paralítico echado en una camilla; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: Anímate, hijo, tus pecados te son perdonados.

3Y algunos de los escribas decían para sí: Este blasfema.

4Y Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?

5Porque, ¿qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, y anda"?

6Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (entonces dijo* al paralítico): Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

7Y él levantándose, se fue a su casa.

8Pero cuando las multitudes vieron esto, sintieron temor, y glorificaron a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Llamamiento de Mateo y la cena en su casa
9Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo: ¡Sígueme! Y levantándose, le siguió.
10Y sucedió que estando El sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11Y cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?

12Al oír El esto, dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.

13Mas id, y aprended lo que significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO"; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Pregunta sobre el ayuno
14Entonces se le acercaron los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, pero tus discípulos no ayunan?
15Y Jesús les dijo: ¿Acaso los acompañantes del novio pueden estar de luto mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán.

16Y nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo; porque el remiendo al encogerse tira del vestido y se produce una rotura peor.

17Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan.

Curación de una mujer y resurrección de la hija de un oficial
18Mientras les decía estas cosas, he aquí, vino un oficial de la sinagoga y se postró delante de El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19Y levantándose Jesús, lo siguió, y también sus discípulos.

20Y he aquí, una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;

21pues decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré.

22Pero Jesús, volviéndose y viéndola, dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha sanado. Y al instante la mujer quedó sana.

23Cuando entró Jesús en la casa del oficial, y vio a los flautistas y al gentío en ruidoso desorden,

24les dijo: Retiraos, porque la niña no ha muerto, sino que está dormida. Y se burlaban de El.

25Pero cuando habían echado fuera a la gente, El entró y la tomó de la mano; y la niña se levantó.

26Y esta noticia se difundió por toda aquella tierra.

Curación de dos ciegos y un mudo
27Al irse Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
28Y después de haber entrado en la casa, se acercaron a El los ciegos, y Jesús les dijo*: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le respondieron: Sí, Señor.

29Entonces les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe.

30Y se les abrieron los ojos. Y Jesús les advirtió rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.

31Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

32Y al salir ellos de allí, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado.

33Y después que el demonio había sido expulsado, el mudo habló; y las multitudes se maravillaban, y decían: Jamás se ha visto cosa igual en Israel.

34Pero los fariseos decían: Él echa fuera los demonios por el príncipe de los demonios.

Ministerio de Jesús
35Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.
36Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.

37Entonces dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.

38Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.



Mateo 10
Llamamiento de los doce apóstoles
1Entonces llamando a sus doce discípulos, Jesús les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
2Y los nombres de los doce apóstoles son éstos: primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; y Jacobo, el hijo de Zebedeo, y Juan su hermano;

3Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, el hijo de Alfeo, y Tadeo;

4Simón el cananita, y Judas Iscariote, el que también le entregó.

Jesús envía a los doce
5A estos doce envió Jesús después de instruirlos, diciendo: No vayáis por el camino de los gentiles, y no entréis en ninguna ciudad de los samaritanos.
6Sino id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

7Y cuando vayáis, predicad diciendo: "El reino de los cielos se ha acercado."

8Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.

9No os proveáis de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en vuestros cintos,

10ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de sandalias, ni de bordón; porque el obrero es digno de su sostén.

11Y en cualquier ciudad o aldea donde entréis, averiguad quién es digno en ella, y quedaos allí hasta que os marchéis.

12Al entrar en la casa, dadle vuestro saludo de paz .

13Y si la casa es digna, que vuestro saludo de paz venga sobre ella; pero si no es digna, que vuestro saludo de paz se vuelva a vosotros.

14Y cualquiera que no os reciba ni oiga vuestras palabras, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies.

15En verdad os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.

Advertencias a los doce
16Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.
17Pero cuidaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas;

18y hasta seréis llevados delante de gobernadores y reyes por mi causa, como un testimonio a ellos y a los gentiles.

19Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué hablaréis; porque a esa hora se os dará lo que habréis de hablar.

20Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

21Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.

22Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.

23Pero cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque en verdad os digo: no terminaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre.

Palabras de aliento a los doce
24Un discípulo no está por encima del maestro, ni un siervo por encima de su señor.
25Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!

26Así que no les temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse.

27Lo que os digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.

28Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.

29¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre.

30Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.

31Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.

32Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

33Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.

El costo del discipulado
34No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada.
35Porque vine a PONER AL HOMBRE CONTRA SU PADRE, A LA HIJA CONTRA SU MADRE, Y A LA NUERA CONTRA SU SUEGRA;

36y LOS ENEMIGOS DEL HOMBRE serán LOS DE SU MISMA CASA.

37El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí.

38Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.

39El que ha hallado su vida, la perderá; y el que ha perdido su vida por mi causa, la hallará.

40El que os recibe a vosotros, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

41El que recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo.

42Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa.



Mateo 11
Jesús sale a enseñar y predicar
1Y sucedió que cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y predicar en las ciudades de ellos.

Jesús y los discípulos de Juan
2Y al oír Juan en la cárcel de las obras de Cristo, mandó por medio de sus discípulos
3a decirle: ¿Eres tú el que ha de venir, o esperaremos a otro?

4Y respondiendo Jesús, les dijo: Id y contad a Juan lo que oís y veis:

5los CIEGOS RECIBEN LA VISTA y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los POBRES SE LES ANUNCIA EL EVANGELIO.

6Y bienaventurado es el que no se escandaliza de mí.

Jesús habla de Juan el Bautista
7Mientras ellos se marchaban, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
8Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que usan ropas finas están en los palacios de los reyes.

9Pero, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y uno que es más que un profeta.

10Este es de quien está escrito:
"HE AQUI, YO ENVIO MI MENSAJERO DELANTE DE TU FAZ,
QUIEN PREPARARA TU CAMINO DELANTE DE TI."

11En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.

12Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza.

13Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

14Y si queréis aceptarlo, él es Elías, el que había de venir.

15El que tiene oídos, que oiga.

16Pero, ¿con qué compararé a esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, que dan voces a los otros,

17y dicen: "Os tocamos la flauta, y no bailasteis; entonamos endechas, y no os lamentasteis."

18Porque vino Juan que no comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio."

19Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: "Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores." Pero la sabiduría se justifica por sus hechos.

Ayes sobre ciudades de Galilea
20Entonces comenzó a increpar a las ciudades en las que había hecho la mayoría de sus milagros, porque no se habían arrepentido.
21¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza.

22Por eso os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras.

23Y tú, Capernaúm, ¿acaso serás elevada hasta los cielos? ¡Hasta el Hades descenderás! Porque si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy.

24Sin embargo, os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti.

La gran invitación
25En aquel tiempo, hablando Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños.
26Sí, Padre, porque así fue de tu agrado.

27Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

28Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.

29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS.

30Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.



Mateo 12
Jesús, Señor del día de reposo
1Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer.
2Y cuando lo vieron los fariseos, le dijeron: Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.

3Pero El les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre,

4cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, que no les era lícito comer, ni a él ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes?

5¿O no habéis leído en la ley, que en los días de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo y están sin culpa?

6Pues os digo que algo mayor que el templo está aquí.

7Pero si hubierais sabido lo que esto significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO", no hubierais condenado a los inocentes.

8Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.

Jesús sana al hombre de la mano seca
9Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos.
10Y he aquí, había allí un hombre que tenía una mano seca. Y para poder acusarle, le preguntaron, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?

11Y El les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta se le cae en un hoyo en día de reposo, no le echa mano y la saca?

12Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en el día de reposo.

13Entonces dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada, sana como la otra.

14Pero cuando los fariseos salieron, se confabularon contra Él, para ver cómo podrían destruirle.

Jesús, el siervo escogido
15Mas Jesús, sabiéndolo, se retiró de allí. Y muchos le siguieron, y los sanó a todos.
16Y les advirtió que no revelaran quién era Él;

17para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías, cuando dijo:

18MIRAD, MI SIERVO, A QUIEN HE ESCOGIDO;
MI AMADO EN QUIEN SE AGRADA MI ALMA;
SOBRE EL PONDRE MI ESPIRITU,
Y A LAS NACIONES PROCLAMARA JUSTICIA.

19NO CONTENDERA, NI GRITARA,
NI HABRA QUIEN EN LAS CALLES OIGA SU VOZ.

20NO QUEBRARA LA CAÑA CASCADA,
NI APAGARA LA MECHA QUE HUMEA,
HASTA QUE LLEVE A LA VICTORIA LA JUSTICIA.

21Y EN SU NOMBRE PONDRAN LAS NACIONES SU ESPERANZA.

Jesús y Beelzebú
22Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el mudo hablaba y veía.
23Y todas las multitudes estaban asombradas, y decían: ¿Acaso no es éste el Hijo de David?

24Pero cuando los fariseos lo oyeron, dijeron: Este no expulsa los demonios sino por Beelzebú, el príncipe de los demonios.

25Y conociendo Jesús sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no se mantendrá en pie.

26Y si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo puede entonces mantenerse en pie su reino?

27Y si yo expulso los demonios por Beelzebú, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.

28Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, entonces el reino de Dios ha llegado a vosotros.

29¿O cómo puede alguien entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si primero no lo ata? Y entonces saqueará su casa.

30El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

31Por eso os digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.

32Y a cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este siglo ni en el venidero.

33O haced bueno el árbol y bueno su fruto, o haced malo el árbol y malo su fruto; porque por el fruto se conoce el árbol.

34¡Camada de víboras! ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

35El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas.

36Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio.

37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Escribas y fariseos demandan señal
38Entonces le respondieron algunos de los escribas y fariseos, diciendo: Maestro, queremos ver una señal de parte tuya.
39Pero respondiendo El, les dijo: Una generación perversa y adúltera demanda señal, y ninguna señal se le dará, sino la señal de Jonás el profeta;

40porque como ESTUVO JONAS EN EL VIENTRE DEL MONSTRUO MARINO TRES DIAS Y TRES NOCHES, así estará el Hijo del Hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra.

41Los hombres de Nínive se levantarán con esta generación en el juicio y la condenarán, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás; y mirad, algo más grande que Jonás está aquí.

42La Reina del Sur se levantará con esta generación en el juicio y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y mirad, algo más grande que Salomón está aquí.

43Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no lo halla.

44Entonces dice: "Volveré a mi casa de donde salí"; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada.

45Va entonces, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero. Así será también con esta generación perversa.

La madre y los hermanos de Jesús
46Mientras El aún estaba hablando a la multitud, he aquí, su madre y sus hermanos estaban afuera, deseando hablar con El.
47Y alguien le dijo: He aquí, tu madre y tus hermanos están afuera deseando hablar contigo.

48Pero respondiendo El al que se lo decía, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?

49Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: ¡He aquí mi madre y mis hermanos!

50Porque cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.



Mateo 13
Parábolas sobre el reino
1Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del mar.
2Y se congregaron junto a El grandes multitudes, por lo que subió a una barca y se sentó; y toda la multitud estaba de pie en la playa.

Parábola del sembrador
3Y les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar;
4y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron.

5Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra;

6pero cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.

7Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron.

8Y otra parte cayó en tierra buena y dio fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta.

9El que tiene oídos, que oiga.

Propósito de las parábolas
10Y acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en parábolas?
11Y respondiendo El, les dijo: Porque a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido.

12Porque a cualquiera que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

13Por eso les hablo en parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.

14Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice:
"AL OIR OIREIS, Y NO ENTENDEREIS;
Y VIENDO VEREIS, Y NO PERCIBIREIS;

15PORQUE EL CORAZON DE ESTE PUEBLO SE HA VUELTO INSENSIBLE
Y CON DIFICULTAD OYEN CON SUS OIDOS;
Y SUS OJOS HAN CERRADO,
NO SEA QUE VEAN CON LOS OJOS,
Y OIGAN CON LOS OIDOS,
Y ENTIENDAN CON EL CORAZON,
Y SE CONVIERTAN,
Y YO LOS SANE."

16Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen.

17Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron.

Explicación de la parábola del sembrador
18Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.
19A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se sembró la semilla junto al camino.

20Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, éste es el que oye la palabra y enseguida la recibe con gozo;

21pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que sólo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida tropieza y cae .

22Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, éste es el que oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.

23Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, éste es el que oye la palabra y la entiende, éste sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a treinta.

Parábola del trigo y la cizaña
24Jesús les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos puede compararse a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.

26Cuando el trigo brotó y produjo grano, entonces apareció también la cizaña.

27Y los siervos del dueño fueron y le dijeron: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?"

28Él les dijo: "Un enemigo ha hecho esto". Y los siervos le dijeron: "¿Quieres, pues, que vayamos y la recojamos?"

29Pero él dijo*: "No, no sea que al recoger la cizaña, arranquéis el trigo junto con ella.

30"Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a los segadores: 'Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla, pero el trigo recogedlo en mi granero.'"

Parábola del grano de mostaza
31Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo,
32y que de todas las semillas es la más pequeña; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de modo que LAS AVES DEL CIELO vienen y ANIDAN EN SUS RAMAS.

Parábola de la levadura
33Les dijo otra parábola: El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado.
34Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola,

35para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo:
ABRIRE MI BOCA EN PARABOLAS;
HABLARE DE COSAS OCULTAS DESDE LA FUNDACION DEL MUNDO.

Explicación de la parábola del trigo y la cizaña
36Entonces dejó a la multitud y entró en la casa. Y se le acercaron sus discípulos, diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
37Y respondiendo El, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre,

38y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno;

39y el enemigo que la sembró es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

40Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.

41El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad;

42y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

43Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERAN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.

Parábolas del tesoro escondido y la perla de gran valor
44El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
45El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas,

46y al encontrar una perla de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.

Parábola de la red barredera
47El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase;
48y cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos.

49Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos,

50y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.

Parábola del dueño de casa
51¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos le dijeron: Sí.
52Y Él les dijo: Por eso todo escriba que se ha convertido en un discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de casa que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas.

Jesús enseña en Nazaret
53Y sucedió que cuando Jesús terminó estas parábolas, se fue de allí.
54Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos?

55¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?

56¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo éste todas estas cosas?

57Y se escandalizaban a causa de Él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.

58Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos.



Mateo 14
Muerte de Juan el Bautista
1Por aquel tiempo, Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús,
2y dijo a sus sirvientes: Este es Juan el Bautista. Él ha resucitado de entre los muertos, y por eso es que poderes milagrosos actúan en él.

3Porque Herodes había prendido a Juan, lo había atado y puesto en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe;

4porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.

5Y aunque Herodes quería matarlo, tenía miedo al pueblo, porque consideraban a Juan como un profeta.

6Pero cuando llegó el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó ante ellos y agradó a Herodes.

7Por lo cual le prometió con juramento darle lo que ella pidiera.

8Ella, instigada por su madre, dijo: Dame aquí, en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

9Y aunque el rey se entristeció, a causa de sus juramentos y de sus invitados, ordenó que se la dieran;

10y mandó decapitar a Juan en la cárcel.

11Y trajeron su cabeza en una bandeja y se la dieron a la muchacha, y ella se la llevó a su madre.

12Los discípulos de Juan llegaron y recogieron el cuerpo y lo sepultaron; y fueron y se lo comunicaron a Jesús.

Alimentación de los cinco mil
13Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, solo, a un lugar desierto; y cuando las multitudes lo supieron, le siguieron a pie desde las ciudades.
14Y al desembarcar, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos.

15Al atardecer se le acercaron los discípulos, diciendo: El lugar está desierto y la hora es ya avanzada; despide, pues, a las multitudes para que vayan a las aldeas y se compren alimentos.

16Pero Jesús les dijo: No hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer.

17Entonces ellos le dijeron: No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.

18Él les dijo: Traédmelos acá.

19Y ordenando a la muchedumbre que se recostara sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos , y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud.

20Y comieron todos y se saciaron. Y recogieron lo que sobró de los pedazos: doce cestas llenas.

21Y los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Jesús anda sobre el mar
22Enseguida hizo que los discípulos subieran a la barca y fueran delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud.
23Después de despedir a la multitud, subió al monte a solas para orar; y al anochecer, estaba allí solo.

24Pero la barca estaba ya a muchos estadios de tierra, y era azotada por las olas, porque el viento era contrario.

25Y a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.

26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, y decían: ¡Es un fantasma! Y de miedo, se pusieron a gritar.

27Pero enseguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo, soy yo; no temáis.

28Respondiéndole Pedro, dijo: Señor, si eres tú, mándame que vaya a ti sobre las aguas.

29Y El dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, caminó sobre las aguas, y fue hacia Jesús.

30Pero viendo la fuerza del viento tuvo miedo, y empezando a hundirse gritó, diciendo: ¡Señor, sálvame!

31Y al instante Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y le dijo*: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?

32Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó.

33Entonces los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: En verdad eres Hijo de Dios.

34Terminada la travesía, bajaron a tierra en Genesaret.

35Y cuando los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús, enviaron a decirlo por toda aquella comarca de alrededor y le trajeron todos los que tenían algún mal.

36Y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que lo tocaban quedaban curados.



Mateo 15
Discusión con algunos escribas y fariseos
1Entonces se acercaron a Jesús algunos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:
2¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan.

3Y respondiendo Él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición?

4Porque Dios dijo: "HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE," y: "QUIEN HABLE MAL DE SU PADRE O DE SU MADRE, QUE MUERA."

5Pero vosotros decís: "Cualquiera que diga a su padre o a su madre: 'Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado

6no necesitará más honrar a su padre o a su madre." Y así invalidasteis la palabra de Dios por causa de vuestra tradición.

7¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías de vosotros cuando dijo:

8"ESTE PUEBLO CON LOS LABIOS ME HONRA,
PERO SU CORAZON ESTA MUY LEJOS DE MI.

9"MAS EN VANO ME RINDEN CULTO,
ENSEÑANDO COMO DOCTRINAS PRECEPTOS DE HOMBRES."

Lo que contamina al hombre
10Y llamando junto a sí a la multitud, les dijo: Oíd y entended:
11no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.

12Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se escandalizaron cuando oyeron tus palabras?

13Pero Él contestó y dijo: Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada.

14Dejadlos; son ciegos guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo.

15Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos la parábola.

16Y Él dijo: ¿También vosotros estáis aún faltos de entendimiento?

17¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina?

18Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.

19Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias.

20Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero comer sin lavarse las manos no contamina al hombre.

Jesús sana a la hija de una cananea
21Saliendo Jesús de allí, se retiró a la región de Tiro y de Sidón.
22Y he aquí, una mujer cananea que había salido de aquella comarca, comenzó a gritar, diciendo: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada.

23Pero El no le respondió palabra. Y acercándose sus discípulos, le rogaban, diciendo: Atiéndela, pues viene gritando tras nosotros.

24Y respondiendo Él, dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

25Pero acercándose ella, se postró ante Él, diciendo: ¡Señor, socórreme!

26Y Él respondió y dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echárselo a los perrillos.

27Pero ella dijo: Sí, Señor; pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Oh mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas. Y su hija quedó sana desde aquel momento.

Jesús sana a muchos junto al mar de Galilea
29Y pasando Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea, y subiendo al monte, se sentó allí.
30Y vinieron a Él grandes multitudes trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos y los pusieron a sus pies y Él los sanó;

31de modo que la muchedumbre se maravilló al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban restaurados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.

Alimentación de los cuatro mil
32Entonces Jesús, llamando junto a sí a sus discípulos, les dijo: Tengo compasión de la multitud, porque hace ya tres días que están conmigo y no tienen qué comer; y no quiero despedirlos sin comer, no sea que desfallezcan en el camino.
33Y los discípulos le dijeron: ¿Dónde conseguiríamos nosotros en el desierto tantos panes para saciar a una multitud tan grande?

34Jesús entonces les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos respondieron: Siete, y unos pocos pececillos.

35Y Él mandó a la multitud que se recostara en el suelo;

36y tomó los siete panes y los peces; y después de dar gracias, los partió y empezó a darlos a los discípulos, y los discípulos a las multitudes.

37Y comieron todos y se saciaron; y recogieron de lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas.

38Los que comieron fueron cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

39Y después de despedir a la muchedumbre, subió a la barca y fue a la región de Magadán.



Mateo 16
Fariseos y saduceos piden señal
1Entonces los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús, y para ponerle a prueba le pidieron que les mostrara una señal del cielo.
2Pero respondiendo Él, les dijo: Al caer la tarde decís: "Hará buen tiempo, porque el cielo está rojizo."

3Y por la mañana: "Hoy habrá tempestad, porque el cielo está rojizo y amenazador." ¿Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no podéis discernir las señales de los tiempos?

4Una generación perversa y adúltera busca señal, y no se le dará señal, sino la señal de Jonás. Y dejándolos, se fue.

La levadura de los fariseos y saduceos
5Los discípulos, al pasar al otro lado, se habían olvidado de tomar panes.
6Y Jesús les dijo: Estad atentos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.

7Y ellos discutían entre sí, diciendo: Lo dice porque no tomamos panes.

8Pero Jesús, dándose cuenta, dijo: Hombres de poca fe, ¿por qué discutís entre vosotros que no tenéis pan?

9¿Todavía no entendéis ni recordáis los cinco panes de los cinco mil, y cuántas cestas recogisteis?

10¿Ni los siete panes de los cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?

11¿Cómo es que no entendéis que no os hablé de los panes? Pero guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.

12Entonces entendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de los panes, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.

La confesión de Pedro
13Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
14Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas.

15Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

18Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.

19Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos.

20Entonces ordenó a los discípulos que a nadie dijeran que Él era el Cristo.

Jesús anuncia su muerte y resurrección
21Desde entonces Jesucristo comenzó a declarar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas de parte de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día.
22Y tomándole aparte, Pedro comenzó a reprenderle, diciendo: ¡No lo permita Dios, Señor! Eso nunca te acontecerá.

23Pero volviéndose Él, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Condiciones para seguir a Jesús
24Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
25Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

26Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?

27Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y ENTONCES RECOMPENSARA A CADA UNO SEGUN SU CONDUCTA.

28En verdad os digo que hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su reino.



Mateo 17
La transfiguración
1Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;
2y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

3Y he aquí, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Él.

4Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí; si quieres, haré aquí tres enramadas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

5Mientras estaba aún hablando, he aquí, una nube luminosa los cubrió; y una voz salió de la nube, diciendo: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido; a El oíd.

6Cuando los discípulos oyeron esto, cayeron sobre sus rostros y tuvieron gran temor.

7Entonces se les acercó Jesús, y tocándolos, dijo: Levantaos y no temáis.

8Y cuando alzaron sus ojos no vieron a nadie, sino a Jesús solo.

Elías y Juan el Bautista
9Mientras descendían del monte, Jesús les ordenó, diciendo: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.
10Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?

11Y respondiendo Él, dijo: Elías ciertamente viene, y restaurará todas las cosas;

12pero yo os digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que le hicieron todo lo que quisieron. Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos.

13Entonces los discípulos entendieron que les había hablado de Juan el Bautista.

Jesús sana a un muchacho epiléptico
14Cuando llegaron a la multitud, se le acercó un hombre, que arrodillándose delante de Él, dijo:
15Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico y sufre terriblemente, porque muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua.

16Y lo traje a tus discípulos y ellos no pudieron curarlo.

17Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo acá.

18Y Jesús lo reprendió y el demonio salió de él, y el muchacho quedó curado desde aquel momento.

19Entonces los discípulos, llegándose a Jesús en privado, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?

20Y Él les dijo: Por vuestra poca fe; porque en verdad os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Pásate de aquí allá", y se pasará; y nada os será imposible.

21Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno.

Jesús anuncia otra vez su muerte
22Mientras andaban juntos por Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
23Y le matarán, y al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron mucho.

Pago del impuesto del templo
24Cuando llegaron a Capernaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el impuesto de dos dracmas y dijeron: ¿No paga vuestro maestro las dos dracmas?
25Él dijo: Sí. Y cuando él llegó a casa, Jesús se le anticipó, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes cobran tributos o impuestos los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?

26Y cuando respondió: De los extraños, Jesús le dijo: Entonces los hijos están exentos.

27Sin embargo, para que no los escandalicemos, ve al mar, echa el anzuelo, y toma el primer pez que salga; y cuando le abras la boca hallarás un estáter; tómalo y dáselo por ti y por mí.



Mateo 18
El mayor en el reino de los cielos
1En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Quién es, entonces, el mayor en el reino de los cielos?
2Y Él, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos,

3y dijo: En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.

4Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.

5Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.

6Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.

¡Ay de los que son piedras de tropiezo!
7¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!
8Y si tu mano o tu pie te es ocasión de pecar, córtatelo y échalo de ti; te es mejor entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno.

9Y si tu ojo te es ocasión de pecar, arráncatelo y échalo de ti. Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego.

10Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeñitos, porque os digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.

11Porque el Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que se había perdido.

Parábola de la oveja perdida
12¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se ha descarriado, ¿no deja las noventa y nueve en los montes, y va en busca de la descarriada?
13Y si sucede que la halla, en verdad os digo que se regocija más por ésta que por las noventa y nueve que no se han descarriado.

14Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeñitos.

Sobre la exhortación y la oración
15Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano.
16Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que TODA PALABRA SEA CONFIRMADA POR BOCA DE DOS O TRES TESTIGOS.

17Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuesto.

18En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.

19Además os digo, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.

20Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Importancia del perdón
21Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces?
22Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Parábola de los dos deudores
23Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24Y al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.

25Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendieran, junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía, y que se le pagara la deuda.

26Entonces el siervo cayó postrado ante él, diciendo: "Ten paciencia conmigo y todo te lo pagaré."

27Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, y lo soltó y le perdonó la deuda.

28Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía cien denarios, y echándole mano, lo ahogaba, diciendo: "Paga lo que debes."

29Entonces su consiervo, cayendo a sus pies, le suplicaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo y te pagaré."

30Sin embargo, él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagara lo que debía.

31Así que cuando vieron sus consiervos lo que había pasado, se entristecieron mucho, y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido.

32Entonces, llamándolo su señor, le dijo: "Siervo malvado, te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste.

33"¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?"

34Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.

35Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.



Mateo 19
Jesús en Judea
1Y aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, partió de Galilea y se fue a la región de Judea, al otro lado del Jordán;
2y le siguieron grandes multitudes, y los sanó allí.

Enseñanza de Jesús sobre el divorcio
3Y se acercaron a Él algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?
4Y respondiendo Él, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio LOS HIZO VARON Y HEMBRA,

5y añadió: "POR ESTA RAZON EL HOMBRE DEJARA A su PADRE Y A su MADRE Y SE UNIRA A SU MUJER, Y LOS DOS SERAN UNA SOLA CARNE"?

6Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.

7Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés DARLE CARTA DE DIVORCIO Y REPUDIARLA?

8Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio.

9Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.

10Los discípulos le dijeron: Si así es la relación del hombre con su mujer, no conviene casarse.

11Pero Él les dijo: No todos pueden aceptar este precepto, sino sólo aquellos a quienes les ha sido dado.

12Porque hay eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y también hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.

Jesús bendice a los niños
13Entonces le trajeron algunos niños para que pusiera las manos sobre ellos y orara; y los discípulos los reprendieron.
14Pero Jesús dijo: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos.

15Y después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí.

El joven rico
16Y he aquí se le acercó uno y dijo: Maestro, ¿qué bien haré para obtener la vida eterna?
17Y El le dijo: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Sólo Uno es bueno; pero si deseas entrar en la vida, guarda los mandamientos.

18Él le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús respondió: NO MATARAS; NO COMETERAS ADULTERIO; NO HURTARAS; NO DARAS FALSO TESTIMONIO;

19HONRA A tu PADRE Y A tu MADRE; y AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

20El joven le dijo: Todo esto lo he guardado; ¿qué me falta todavía?

21Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrás tesoro en los cielos; y ven, sígueme.

22Pero al oír el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.

Peligro de las riquezas
23Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos.
24Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

25Al oír esto, los discípulos estaban llenos de asombro, y decían: Entonces, ¿quién podrá salvarse?

26Pero Jesús, mirándolos, les dijo: Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible.

27Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué, pues, recibiremos?

28Y Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

29Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.

30Pero muchos primeros serán últimos, y los últimos, primeros.



Mateo 20
Parábola de los obreros de la viña
1Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña.
2Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.

3Y salió como a la hora tercera, y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo;

4y a éstos les dijo: "Id también vosotros a la viña, y os daré lo que sea justo." Y ellos fueron.

5Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena, e hizo lo mismo.

6Y saliendo como a la hora undécima, encontró a otros parados, y les dijo: "¿Por qué habéis estado aquí parados todo el día sin trabajar?"

7Ellos le dijeron: "Porque nadie nos contrató." Él les dijo: "Id también vosotros a la viña."

8Y al atardecer, el señor de la viña dijo a su mayordomo: "Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros."

9Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario.

10Y cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno.

11Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado,

12diciendo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, pero los has hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día."

13Pero respondiendo él, dijo a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario?

14"Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti.

15"¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?"

16Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.

Jesús anuncia su muerte por tercera vez
17Cuando Jesús iba subiendo a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos, y por el camino les dijo:
18He aquí, subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y escribas, y le condenarán a muerte;

19y le entregarán a los gentiles para burlarse de Él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará.

Petición de los hijos de Zebedeo
20Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante Él y pidiéndole algo.
21Y Él le dijo: ¿Qué deseas? Ella le dijo: Ordena que en tu reino estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.

22Pero respondiendo Jesús, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber? Ellos le dijeron: Podemos.

23Él les dijo: Mi copa ciertamente beberéis, pero sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es mío el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado por mi Padre.

24Al oír esto, los diez se indignaron contra los dos hermanos.

25Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos.

26No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor,

27y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo;

28así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Curación de dos ciegos de Jericó
29Al salir de Jericó, le siguió una gran multitud.
30Y he aquí, dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

31Y la gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban más aún, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!

32Deteniéndose Jesús, los llamó, y dijo: ¿Qué queréis que yo haga por vosotros?

33Ellos le dijeron: Señor, deseamos que nuestros ojos sean abiertos.

34Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron.



Mateo 21
La entrada triunfal
1Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús entonces envió a dos discípulos,
2diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadla y traédmelos.

3Y si alguien os dice algo, decid: "El Señor los necesita"; y enseguida los enviará.
4Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo:

5DECID A LA HIJA DE SION:
"MIRA, TU REY VIENE A TI,
HUMILDE Y MONTADO EN UN ASNA,
Y EN UN POLLINO, HIJO DE BESTIA DE CARGA."

6Entonces fueron los discípulos e hicieron tal como Jesús les había mandado,

7y trajeron el asna y el pollino; pusieron sobre ellos sus mantos, y Jesús se sentó encima.

8La mayoría de la multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.

9Y las multitudes que iban delante de Él, y las que iban detrás, gritaban, diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David!
¡BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!
¡Hosanna en las alturas!

10Cuando Él entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó, y decían: ¿Quién es éste?

11Y las multitudes contestaban: Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.

Jesús echa a los mercaderes del templo
12Y entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que compraban y vendían en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas.
13Y les dijo: Escrito está: "MI CASA SERA LLAMADA CASA DE ORACION", pero vosotros la estáis haciendo CUEVA DE LADRONES.

14Y en el templo se acercaron a Él los ciegos y los cojos, y los sanó.

15Pero cuando los principales sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que había hecho, y a los muchachos que gritaban en el templo y que decían: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron

16y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les respondió*: Sí, ¿nunca habéis leído: "DE LA BOCA DE LOS PEQUEÑOS Y DE LOS NIÑOS DE PECHO TE HAS PREPARADO ALABANZA"?

17Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y se hospedó allí.

La higuera estéril
18Por la mañana, cuando regresaba a la ciudad, tuvo hambre.
19Y al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no halló nada en ella sino sólo hojas, y le dijo: Nunca jamás brote fruto de ti. Y al instante se secó la higuera.

20Al ver esto, los discípulos se maravillaron y decían: ¿Cómo es que la higuera se secó al instante?

21Respondiendo Jesús, les dijo: En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que aun si decís a este monte: "Quítate y échate al mar", así sucederá.

22Y todo lo que pidáis en oración, creyendo, lo recibiréis.

La autoridad de Jesús puesta en duda
23Cuando llegó Jesús al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se le acercaron mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?
24Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, que si me la contestáis, yo también os diré con qué autoridad hago estas cosas.

25¿De dónde era el bautismo de Juan?, ¿del cielo o de los hombres? Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: "Del cielo", El nos dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?"

26Y si decimos: "De los hombres", tememos a la multitud; porque todos tienen a Juan por profeta.

27Y respondiendo a Jesús, dijeron: No sabemos. El a su vez les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

28Pero, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al primero, le dijo: "Hijo, ve, trabaja hoy en la viña."

29Y respondiendo él, dijo: "No quiero;" pero después, arrepentido, fue.

30Y llegándose al otro, le dijo lo mismo; pero él respondió y dijo: "Yo iré, señor"; y no fue.

31¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Ellos dijeron: El primero. Jesús les dijo: En verdad os digo que los recaudadores de impuestos y las rameras entran en el reino de Dios antes que vosotros.

32Porque Juan vino a vosotros en camino de justicia y no le creísteis, pero los recaudadores de impuestos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, ni siquiera os arrepentisteis después para creerle.

Parábola de los labradores malvados
33Escuchad otra parábola. Había una vez un hacendado que plantó una viña y la cercó con un muro, y cavó en ella un lagar y edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se fue de viaje.
34Y cuando se acercó el tiempo de la cosecha, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos.

35Pero los labradores, tomando a los siervos, a uno lo golpearon, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon.

36Volvió a mandar otro grupo de siervos, mayor que el primero; y les hicieron lo mismo.

37Finalmente les envió a su hijo, diciendo: "Respetarán a mi hijo."

38Pero cuando los labradores vieron al hijo, dijeron entre sí: "Éste es el heredero; venid, matémoslo y apoderémonos de su heredad."

39Y echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.

40Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará a esos labradores?

41Ellos le dijeron*: Llevará a esos miserables a un fin lamentable, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen los frutos a su tiempo.

42Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:
"LA PIEDRA QUE DESECHARON LOS CONSTRUCTORES,
ESA, EN PIEDRA ANGULAR SE HA CONVERTIDO;
ESTO FUE HECHO DE PARTE DEL SEÑOR,
Y ES MARAVILLOSO A NUESTROS OJOS"?

43Por eso os digo que el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos.

44Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; pero sobre quien ella caiga, lo esparcirá como polvo.

45Al oír sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, comprendieron que hablaba de ellos.

46Y cuando procuraron prenderle, tuvieron miedo de la multitud, porque le tenían por profeta.



Mateo 22
Parábola del banquete de bodas
1Tomando Jesús la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo:
2El reino de los cielos puede compararse a un rey que hizo un banquete de bodas para su hijo.

3Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir.

4De nuevo envió otros siervos, diciendo: Decid a los que han sido invitados: "Ved, ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está aparejado; venid a las bodas."

5Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios,

6y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron.

7Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad.

8Luego dijo a sus siervos: "La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos.

9"Id, por tanto, a las salidas de los caminos, e invitad a las bodas a cuantos encontréis."

10Y aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de comensales.

11Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda,

12y le dijo: "Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?" Y él enmudeció.

13Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes."

14Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.

El pago del impuesto al César
15Entonces se fueron los fariseos y deliberaron entre sí cómo atraparle, sorprendiéndole en alguna palabra.
16Y le enviaron sus discípulos junto con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con verdad, y no buscas el favor de nadie, porque eres imparcial.

17Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito pagar impuesto al César, o no?

18Pero Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me ponéis a prueba, hipócritas?

19Mostradme la moneda que se usa para pagar ese impuesto. Y le trajeron un denario.

20Y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción?

21Ellos le dijeron: Del César. Entonces El les dijo: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

22Al oír esto, se maravillaron; y dejándole, se fueron.

Pregunta sobre la resurrección
23Ese día se le acercaron algunos saduceos (los que dicen que no hay resurrección), y le preguntaron,
24diciendo: Maestro, Moisés dijo: "SI ALGUNO MUERE SIN TENER HIJOS, SU HERMANO, COMO PARIENTE MAS CERCANO, SE CASARA CON SU MUJER Y LEVANTARA DESCENDENCIA A SU HERMANO."

25Ahora bien, había entre nosotros siete hermanos; y el primero se casó, y murió; pero no teniendo descendencia, le dejó la mujer a su hermano;

26de igual manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo.

27Y después de todos, murió la mujer.

28Por tanto, en la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque todos ellos la tuvieron.

29Pero Jesús respondió y les dijo: Estáis equivocados por no comprender las Escrituras ni el poder de Dios.

30Porque en la resurrección, ni se casan ni son dados en matrimonio, sino que son como los ángeles de Dios en el cielo.

31Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo:

32"YO SOY EL DIOS DE ABRAHAM, Y EL DIOS DE ISAAC, Y EL DIOS DE JACOB"? El no es Dios de muertos, sino de vivos.

33Al oír esto, las multitudes se admiraban de su enseñanza.

El gran mandamiento
34Pero al oír los fariseos que Jesús había dejado callados a los saduceos, se agruparon;
35y uno de ellos, intérprete de la ley, para ponerle a prueba le preguntó:

36Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?

37Y Él le dijo: AMARAS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZON, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE.

38Este es el grande y el primer mandamiento.

39Y el segundo es semejante a éste: AMARAS A TU PROJIMO COMO A TI MISMO.

40De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

Jesús, Hijo y Señor de David
41Estando reunidos los fariseos, Jesús les hizo una pregunta,
42diciendo: ¿Cuál es vuestra opinión sobre el Cristo? ¿De quién es hijo? Ellos le dijeron: De David.

43El les dijo*: Entonces, ¿cómo es que David en el Espíritu le llama "Señor", diciendo:

44"DIJO EL SEÑOR A MI SEÑOR:
'SIENTATE A MI DIESTRA,
HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES'"?

45Pues si David le llama "Señor", ¿cómo es Él su hijo?

46Y nadie pudo contestarle ni una palabra, ni ninguno desde ese día se atrevió a hacerle más preguntas.



Mateo 23
Jesús denuncia a los escribas y fariseos
1Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos,
2diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés.

3De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen.

4Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

5Sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos ;

6aman el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas,

7y los saludos respetuosos en las plazas y ser llamados por los hombres Rabí.

8Pero vosotros no dejéis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro y todos vosotros sois hermanos.

9Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.

10Ni dejéis que os llamen preceptores; porque uno es vuestro Preceptor, Cristo.

11Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor.

12Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.

Ocho ayes contra los escribas y fariseos
13Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando.
14¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque devoráis las casas de las viudas, aun cuando por pretexto hacéis largas oraciones; por eso recibiréis mayor condenación.

15¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque recorréis el mar y la tierra para hacer un prosélito, y cuando llega a serlo, lo hacéis hijo del infierno dos veces más que vosotros.

16¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: "No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación."

17¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro?

18También decís: "No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación."

19¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?

20Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él;

21y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita;

22y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

23¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas.

24¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!

25¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno.

26¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.

27¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

28Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

29¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,

30y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en derramar la sangre de los profetas."

31Así que dais testimonio en contra de vosotros mismos, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas.

32Llenad, pues, la medida de la culpa de vuestros padres.

33¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno?

34Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: de ellos, a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,

35para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar.

36En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.

Lamentación sobre Jerusalén
37¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!
38He aquí, vuestra casa se os deja desierta.

39Porque os digo que desde ahora en adelante no me veréis más hasta que digáis: "BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR."



Mateo 24
Profecía sobre la destrucción del templo
1Cuando salió Jesús del templo, y se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
2Mas respondiendo Él, les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada.

Señales antes del fin
3Y estando El sentado en el monte de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos, ¿cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida y de la consumación de este siglo?
4Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.

5Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos.

6Y habréis de oír de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía no es el fin.

7Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes lugares habrá hambre y terremotos.

8Pero todo esto es sólo el comienzo de dolores.

9Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.

10Muchos tropezarán entonces y caerán , y se traicionarán unos a otros, y unos a otros se odiarán.

11Y se levantarán muchos profetas falsos, y a muchos engañarán.

12Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará.

13Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.

14Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

La abominación de la desolación
15Por tanto, cuando veáis la ABOMINACION DE LA DESOLACION, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda),
16entonces los que estén en Judea, huyan a los montes;

17el que esté en la azotea, no baje a sacar las cosas de su casa;

18y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.

19Pero, ¡ay de las que estén encinta y de las que estén criando en aquellos días!

20Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de reposo,

21porque habrá entonces una gran tribulación, tal como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, ni acontecerá jamás.

22Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

23Entonces si alguno os dice: "Mirad, aquí está el Cristo", o "Allí está", no le creáis.

24Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán grandes señales y prodigios, para así engañar, de ser posible, aun a los escogidos.

25Ved que os lo he dicho de antemano.

26Por tanto, si os dicen: "Mirad, El está en el desierto", no vayáis; o "Mirad, El está en las habitaciones interiores", no les creáis.

27Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.

28Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

29Pero inmediatamente después de la tribulación de esos días, EL SOL SE OSCURECERA, LA LUNA NO DARA SU LUZ, LAS ESTRELLAS CAERAN del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas.

30Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE SOBRE LAS NUBES DEL CIELO con poder y gran gloria.

31Y El enviará a sus ángeles con UNA GRAN TROMPETA y REUNIRAN a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

Parábola de la higuera
32Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca.
33Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que El está cerca, a las puertas.

34En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.

35El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

36Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.

37Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.

38Pues así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el arca,

39y no comprendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será la venida del Hijo del Hombre.

40Entonces estarán dos en el campo; uno será llevado y el otro será dejado.

41Dos mujeres estarán moliendo en el molino; una será llevada y la otra será dejada.

42Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene.

43Pero comprended esto: si el dueño de la casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, hubiera estado alerta y no hubiera permitido que entrara en su casa.

44Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre.

Parábola del siervo fiel y del infiel
45¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo?
46Dichoso aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así.

47De cierto os digo que lo pondrá sobre todos sus bienes.

48Pero si aquel siervo es malo, y dice en su corazón: "Mi señor tardará";

49y empieza a golpear a sus consiervos, y come y bebe con los que se emborrachan,

50vendrá el señor de aquel siervo el día que no lo espera, y a una hora que no sabe,

51y lo azotará severamente y le asignará un lugar con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.



Mateo 25
Parábola de las diez vírgenes
1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al novio.
2Y cinco de ellas eran insensatas, y cinco prudentes.

3Porque las insensatas, al tomar sus lámparas, no tomaron aceite consigo,

4pero las prudentes tomaron aceite en frascos junto con sus lámparas.

5Al tardarse el novio, a todas les dio sueño y se durmieron.

6Pero a medianoche se oyó un clamor: "¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo."

7Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

8Y las insensatas dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan."

9Pero las prudentes respondieron, diciendo: "No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien a los que venden y comprad para vosotras."

10Y mientras ellas iban a comprar, vino el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

11Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: "Señor, señor, ábrenos."

12Pero respondiendo él, dijo: "En verdad os digo que no os conozco."

13Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Parábola de los talentos
14Porque el reino de los cielos es como un hombre que al emprender un viaje, llamó a sus siervos y les encomendó sus bienes.
15Y a uno le dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y se fue de viaje.

16El que había recibido los cinco talentos, enseguida fue y negoció con ellos y ganó otros cinco talentos.

17Asimismo el que había recibido los dos talentos ganó otros dos.

18Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor.

19Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.

20Y llegando el que había recibido los cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: "Señor, me entregaste cinco talentos; mira, he ganado otros cinco talentos."

21Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

22Llegando también el de los dos talentos, dijo: "Señor, me entregaste dos talentos; mira, he ganado otros dos talentos."

23Su señor le dijo: "Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor."

24Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: "Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste,

25y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; mira, aquí tienes lo que es tuyo."

26Pero su señor respondió, y le dijo: "Siervo malo y perezoso, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.

27"Debías entonces haber puesto mi dinero en el banco, y al llegar yo hubiera recibido mi dinero con intereses.

28"Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez talentos."

29Porque a todo el que tiene, más se le dará, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.

30Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.

El juicio final
31Pero cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en el trono de su gloria;
32y serán reunidas delante de Él todas las naciones; y separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.

33Y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda.

34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

35"Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis;

36estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí."

37Entonces los justos le responderán, diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber?

38"¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos?
39"¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?"

40Respondiendo el Rey, les dirá: "En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis."

41Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.

42"Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber;

43fui forastero, y no me recibisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis."

44Entonces ellos también responderán, diciendo: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?"

45Él entonces les responderá, diciendo: "En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de éstos, tampoco a mí lo hicisteis."

46Y éstos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.



Mateo 26
Complot para prender y matar a Jesús
1Cuando Jesús terminó todas estas palabras, dijo a sus discípulos:
2Sabéis que dentro de dos días se celebra la Pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.

3Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás.

4Y tramaron entre ellos prender a Jesús con engaño y matarle .

5Pero decían: No durante la fiesta, para que no haya un tumulto en el pueblo.

Jesús ungido en Betania
6Y hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7se le acercó una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre su cabeza cuando estaba sentado a la mesa.

8Pero al ver esto, los discípulos se indignaron, y decían: ¿Para qué este desperdicio?

9Porque este perfume podía haberse vendido a gran precio, y el dinero habérselo dado a los pobres.

10Pero Jesús, dándose cuenta, les dijo: ¿Por qué molestáis a la mujer? Pues buena obra ha hecho conmigo.

11Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.

12Pues al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.

13En verdad os digo: Dondequiera que este evangelio se predique, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho, en memoria suya.

Traición de Judas
14Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes,
15y dijo: ¿Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue? Y ellos le pesaron treinta piezas de plata.

16Y desde entonces buscaba una oportunidad para entregarle.

Preparación de la Pascua
17El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, se acercaron los discípulos a Jesús, diciendo: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?
18Y El respondió: Id a la ciudad, a cierto hombre , y decidle: "El Maestro dice: 'Mi tiempo está cerca; quiero celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.'"
19Entonces los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Jesús identifica al traidor
20Al atardecer, estaba Él sentado a la mesa con los doce discípulos.
21Y mientras comían, dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará.

22Y ellos, profundamente entristecidos, comenzaron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor?

23Respondiendo Él, dijo: El que metió la mano conmigo en el plato, ése me entregará.

24El Hijo del Hombre se va, según está escrito de Él; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido.

25Y respondiendo Judas, el que le iba a entregar, dijo: ¿Acaso soy yo, Rabí? Y Él le dijo: Tú lo has dicho.

Institución de la Cena del Señor
26Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiéndolo bendecido, lo partió, y dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
27Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: Bebed todos de ella;

28porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.

29Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.

30Y después de cantar un himno, salieron hacia el monte de los Olivos.

Jesús predice la negación de Pedro
31Entonces Jesús les dijo: Esta noche todos vosotros os apartaréis por causa de mí, pues escrito está: "HERIRE AL PASTOR, Y LAS OVEJAS DEL REBAÑO SE DISPERSARAN."
32Pero después de que yo haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea.

33Entonces Pedro, respondiendo, le dijo: Aunque todos se aparten por causa de ti, yo nunca me apartaré.

34Jesús le dijo: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.

35Pedro le dijo: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Todos los discípulos dijeron también lo mismo.

Jesús en Getsemaní
36Entonces Jesús llegó con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí mientras yo voy allá y oro.
37Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse.

38Entonces les dijo: Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.

39Y adelantándose un poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras .

40Vino entonces a los discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Conque no pudisteis velar una hora conmigo?

41Velad y orad para que no entréis en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.

42Apartándose de nuevo, oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si ésta no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.

43Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque sus ojos estaban cargados de sueño.

44Dejándolos de nuevo, se fue y oró por tercera vez, diciendo otra vez las mismas palabras.

45Entonces vino a los discípulos y les dijo: ¿Todavía estáis durmiendo y descansando? He aquí, ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.

46¡Levantaos! ¡Vamos! Mirad, está cerca el que me entrega.

Arresto de Jesús
47Mientras todavía estaba Él hablando, he aquí, Judas, uno de los doce, llegó acompañado de una gran multitud con espadas y garrotes, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
48Y el que le entregaba les había dado una señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle.

49Y enseguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Rabí! Y le besó.

50Y Jesús le dijo: Amigo, haz lo que viniste a hacer. Entonces ellos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.

51Y sucedió que uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo al siervo del sumo sacerdote, le cortó la oreja.

52Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán.

53¿O piensas que no puedo rogar a mi Padre, y Él pondría a mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles?

54Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras de que así debe suceder?

55En aquel momento Jesús dijo a la muchedumbre: ¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y garrotes para arrestarme? Cada día solía sentarme en el templo para enseñar, y no me prendisteis.

56Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.

Jesús ante el concilio
57Y los que prendieron a Jesús le llevaron ante el sumo sacerdote Caifás, donde estaban reunidos los escribas y los ancianos.
58Y Pedro le fue siguiendo de lejos hasta el patio del sumo sacerdote, y entrando, se sentó con los alguaciles para ver el fin de todo aquello.

59Y los principales sacerdotes y todo el concilio procuraban obtener falso testimonio contra Jesús, con el fin de darle muerte,

60y no lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Pero más tarde se presentaron dos,

61que dijeron: Éste declaró: "Yo puedo destruir el templo de Dios y en tres días reedificarlo."

62Entonces el sumo sacerdote, levantándose, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?

63Mas Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.

64Jesús le dijo: Tú mismo lo has dicho; sin embargo, os digo que desde ahora veréis AL HIJO DEL HOMBRE SENTADO A LA DIESTRA DEL PODER, y VINIENDO SOBRE LAS NUBES DEL CIELO.

65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído la blasfemia;

66¿qué os parece? Ellos respondieron y dijeron: ¡Es reo de muerte!

67Entonces le escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos; y otros le abofeteaban,

68diciendo: Adivina, Cristo, ¿quién es el que te ha golpeado?

La negación de Pedro
69Pedro estaba sentado fuera en el patio, y una sirvienta se le acercó y dijo: Tú también estabas con Jesús el galileo.
70Pero él lo negó delante de todos ellos, diciendo: No sé de qué hablas.

71Cuando salió al portal, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: Este estaba con Jesús el nazareno.

72Y otra vez él lo negó con juramento: ¡Yo no conozco a ese hombre!

73Y un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres uno de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre.

74Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante un gallo cantó.

75Y Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.



Mateo 27
Jesús es entregado a Pilato
1Cuando llegó la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte.
2Y después de atarle, le llevaron y le entregaron a Pilato, el gobernador.

Muerte de Judas
3Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que Jesús había sido condenado, sintió remordimiento y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
4diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: A nosotros, ¿qué? ¡Allá tú!

5Y él, arrojando las piezas de plata en el santuario, se marchó; y fue y se ahorcó.
6Y los principales sacerdotes tomaron las piezas de plata, y dijeron: No es lícito ponerlas en el tesoro del templo, puesto que es precio de sangre.

7Y después de celebrar consejo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de los forasteros.

8Por eso ese campo se ha llamado Campo de Sangre hasta hoy.

9Entonces se cumplió lo anunciado por medio del profeta Jeremías, cuando dijo: Y TOMARON LAS TREINTA PIEZAS DE PLATA, EL PRECIO DE AQUÉL CUYO PRECIO HABIA SIDO FIJADO por los hijos de Israel;

10Y LAS DIERON POR EL CAMPO DEL ALFARERO, COMO EL SEÑOR ME HABIA ORDENADO.

Jesús ante Pilato
11Y Jesús compareció delante del gobernador, y éste le interrogó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices.
12Y al ser acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, nada respondió.
13Entonces Pilato le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti?

14Y Jesús no le respondió ni a una sola pregunta, por lo que el gobernador estaba muy asombrado.

Jesús o Barrabás
15Ahora bien, en cada fiesta, el gobernador acostumbraba soltar un preso al pueblo, el que ellos quisieran.
16Y tenían entonces un preso famoso, llamado Barrabás.

17Por lo cual, cuando ellos se reunieron, Pilato les dijo: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?

18Porque él sabía que le habían entregado por envidia.

19Y estando él sentado en el tribunal, su mujer le mandó aviso, diciendo: No tengas nada que ver con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños por causa de Él.

20Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a las multitudes que pidieran a Barrabás y que dieran muerte a Jesús.

21Y respondiendo, el gobernador les dijo: ¿A cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos respondieron: A Barrabás.

22Pilato les dijo: ¿Qué haré entonces con Jesús, llamado el Cristo? Todos dijeron: ¡Sea crucificado!

23Y Pilato dijo: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!

24Y viendo Pilato que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la multitud, diciendo: Soy inocente de la sangre de este justo; ¡Allá vosotros!

25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!

26Entonces les soltó a Barrabás, pero a Jesús, después de hacerle azotar, le entregó para que fuera crucificado.

Los soldados se mofan de Jesús
27Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al Pretorio, y reunieron alrededor de Él a toda la cohorte romana.
28Y desnudándole, le pusieron encima un manto de escarlata.

29Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y una caña en su mano derecha; y arrodillándose delante de Él, le hacían burla, diciendo: ¡SALVE, REY de los Judíos!

30Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.

31Después de haberse burlado de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron para crucificarle .

32Y cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón, al cual obligaron a que llevara la cruz.

La crucifixión
33Cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa Lugar de la Calavera,
34le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, no lo quiso beber.

35Y habiéndole crucificado, SE REPARTIERON SUS VESTIDOS, ECHANDO SUERTES;

36y sentados, le custodiaban allí.

37Y pusieron sobre su cabeza la acusación contra Él, que decía: ÉSTE ES JESUS, EL REY DE LOS JUDIOS.

38Entonces FUERON CRUCIFICADOS CON ÉL DOS LADRONES, UNO A LA DERECHA Y OTRO A LA IZQUIERDA.

39Los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza

40y diciendo: Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y desciende de la cruz.

41De igual manera, también los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, burlándose de Él, decían:

42A otros salvó; a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es; que baje ahora de la cruz, y creeremos en Él.

43En Dios confía; que le libre ahora si Él le quiere; porque ha dicho: "Yo soy el Hijo de Dios."

44En la misma forma le injuriaban también los ladrones que habían sido crucificados con Él.

Muerte de Jesús
45Y desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora novena.
46Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI? Esto es: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO?

47Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Este llama a Elías.

48Y al instante, uno de ellos corrió, y tomando una esponja, la empapó en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber.

49Pero los otros dijeron: Deja, veamos si Elías viene a salvarle.

50Entonces Jesús, clamando otra vez a gran voz, exhaló el espíritu.

51Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, y la tierra tembló y las rocas se partieron;

52y los sepulcros se abrieron, y los cuerpos de muchos santos que habían dormido resucitaron;

53y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad y se aparecieron a muchos.

54El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, cuando vieron el terremoto y las cosas que sucedían, se asustaron mucho, y dijeron: En verdad éste era Hijo de Dios.

55Y muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle, estaban allí, mirando de lejos;

56entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

Sepultura de Jesús
57Y al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.
58Este se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato ordenó que se lo entregaran.

59Tomando José el cuerpo, lo envolvió en un lienzo limpio de lino,

60y lo puso en su sepulcro nuevo que él había excavado en la roca, y después de rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro, se fue.

61Y María Magdalena estaba allí, y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Guardias en la tumba
62Al día siguiente, que es el día después de la preparación, se reunieron ante Pilato los principales sacerdotes y los fariseos,
63y le dijeron: Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo: "Después de tres días resucitaré."

64Por eso, ordena que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se lo roben, y digan al pueblo: "Ha resucitado de entre los muertos"; y el último engaño será peor que el primero.

65Pilato les dijo: Una guardia tenéis; id, aseguradla como vosotros sabéis.

66Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra.



Mateo 28
La resurrección
1Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro.
2Y he aquí, se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella.

3Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve;

4y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos.

5Y hablando el ángel, dijo a las mujeres: Vosotras, no temáis; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado.

6No está aquí, porque ha resucitado, tal como dijo. Venid, ved el lugar donde yacía.

7E id pronto, y decid a sus discípulos que Él ha resucitado de entre los muertos; y he aquí, Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho.

8Y ellas, alejándose a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, corrieron a dar las noticias a sus discípulos.

9Y he aquí que Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron.

10Entonces Jesús les dijo: No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán.

Informe de los guardias
11Y mientras ellas iban, he aquí, algunos de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los principales sacerdotes de todo lo que había sucedido.
12Y después de reunirse con los ancianos y deliberar con ellos, dieron una gran cantidad de dinero a los soldados,

13diciendo: Decid esto: "Sus discípulos vinieron de noche y robaron el cuerpo mientras nosotros dormíamos."

14Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y os evitaremos dificultades.

15Ellos tomaron el dinero e hicieron como se les había instruido. Y este dicho se divulgó extensamente entre los judíos hasta hoy.

La gran comisión
16Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado.
17Cuando le vieron, le adoraron; mas algunos dudaron.

18Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra.

19Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,

20enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.